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ALELUYA

Adorar a un Rey

¿Sabías que entrar con confianza a Su presencia no significa entrar confianzudamente? Hebreos 4:16 se refiere a entrar con seguridad, fe, con certeza de que hay un oportuno socorro en Él, por eso más adelante dice que sin fe es imposible agradar a Dios y que es necesario que quien se acerca a Dios crea que Él está (Hebreos 11:6) pues con duda no alcanzará a recibir nada.

Nadie en su sano juicio se acercaría a un rey “a su manera”. Si existen protocolos y códigos de honra hacia los reyes de este mundo, CUÁNTO más deberíamos entender que a Dios no podemos acercarnos o adorarlo a nuestra manera. Aun los hijos de los reyes de este mundo rinden pleitesía y reverencia hacia a su papá rey, mucho más digno de honor es el Rey de Reyes; porque cuando hablamos de Dios, estamos hablando del Rey que siempre reinó y siempre reinará: el Rey de toda gloria, Todopoderoso que está por sobre todos los reyes. Esta percepción nunca debemos perder.

“Entrad por sus puertas con acción de gracias” Salmos 100:4

Entonces, realmente ¿qué significa entrar con confianza a Su presencia?

La manera en que nos acercamos a Dios determina si seremos o no escuchados por Él. Entrar confiadamente ante Su trono significa que tenemos:


  1. Reverencia: En Hebreos 5:7 vemos que Jesús era escuchado por su Padre, porque cuando se acercaba, lo hacía con temor reverente, con un solemne respeto y reverencia total. Así también nosotros, que somos ciudadanos del reino inconmovible, debemos acercarnos de la manera que Jesús lo hizo. Cuando venimos a la casa de Dios a adorarle caminemos sabiendo que el Rey de reyes está en ese lugar.   “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” Filipenses 4:6
  2. Gratitud: En Hebreos 12:28 vemos otra llave que abre las puertas de la cámara del Rey y es la GRATITUD. Gratitud en todo tiempo, en todo tiempo y en todo tiempo. Es decir: ¡en todo tiempo! Aun cuando hayan situaciones que nos quieran afanar. La Palabra nos exhorta a que por NADA estemos afanosos, sino que nos acerquemos delante del Rey en oración, con acciones de gracias, con una gratitud que se activa en alabanza, con una acción de fe.  
  3. Humildad: Vemos en Santiago 4.6 que Dios resiste al soberbio, o sea, hay opocisión de parte de Dios mismo hacia una persona llena de orgullo, sin embargo hay puertas abiertas, gracias de Dios hacia los humildes. Si hay algo irresistible para Dios es un corazón contrito y humillado, jamás lo despreciará (Sal.51.17)
  4. Fe: La fe es la base más elemental de nuestro caminar con Dios, sobre ella se edificará toda nuestra vida espiritual. Si le adoramos es para deleitar su corazón, pero sin fe es imposible que le agrademos (He.11.6) y al inicio dijimos que, al acercarnos a su presencia debemos creer que Dios está. Debemos venir a su presencia en plena certidumbre de fe (He.10.22). En determinados momentos Dios provará nuestra fe para hacerla crecer, y en esos momentos de fuego es donde ella debe ser hallada en alabanza! (1Pe.1.7) Eso conmueve el corazón de Dios y mueve su mano para librarnos y posicionarnos en nuevas alturas de gloria y poder.
  5. Amor: Dios es amor, y nos amó de tal manera que sacrificó lo más valioso que tenia, su hijo. Nos debemos a ese amor, y nuestra vida entera solo puede corresponderlo. Amor es entrega y sacrificio, sin eso no hay adoración. Amar a Dios por sobre todas las cosas (Lc.10.27), lo sacrifico todo y hasta a mi mismo, amándole por sobre todas las cosas. La obendiencia es la más básica demostración de nuestro amor sincero y adoración (Jn.14.15,21,24;15.14), y donde las palabras deben condecir con las acciones.

Somos tan privilegiados de haber recibido por la fe, tan preciosa salvación a través de la obra poderosa de Jesús. En la cruz, Jesús publicamente te dijo: ¡te amo! Todo sufrimiento lo aceptó por amor, y mirando al futuro puso por delante el gozo de vernos, a mí y a vos, reconciliados con Dios en una nueva vida de intimidad y adoración (Hebreos 12:2).

Reconciliados con Dios ahora tenemos acceso directo a su trono de gracia, podemos acercarnos con confianza (Hebreos 4:16) y tener comunión diaria con nuestro Padre eterno. ¡Tenemos un Padre amoroso pero que además es Rey poderoso! (1 Tim.6.14-15).

La adoración se debe expresar de manera íntima y también de manera pública, ambas son necesarias en la vida de un hijo de Dios y una no reemplaza a la otra.

Cuando adoramos en intimidad, lo hacemos así como Jesús nos enseñó en Mt.6.6. Ella es el alimento diario de todo hijo de Dios, hace la diferencia entre alguien maduro o niño en la fe, vida de poder o derrota, fe o incredulidad, conocimiento o ignoracia espirtual. En la intimidad crecemos, derramamos nuestro corazón delante de Dios en adoración, le hablamos y le oimos por su Palabra.

La adoración íntima no reemplaza la adoración corporativa. Cuando nos congregamos estamos elevando nuestra adoración como un solo cuerpo. Es aquí donde muchas veces dejamos de seducir el corazón de Dios por miedo a perder nuestra compostura, nuestra imagen, status, por vergüenza pensando o excusandonos en que: “así es mi forma de adorar”. ¿Quién no estuvo enamorado y mirando a los ojos de su amor olvidó al mundo alrededor para expresar su sentimiento de maneras extrovertidas y a veces hasta “ridiculas”? YO! (te amo Silvia!) Un amor que digno de entregarse también es digno de demostrarse. La iglesia es la novia, somos la novia y con nuestra expresión, ¿estamos enamorando o alejando a nuestro amado?

Milagros, prodigios, señales, llenura del Espírtu Santo, todo puede pasar cuando el Amado es atraido por quienes sin reserva le exaltan, cantando, danzando, levantando sus manos, aplaudiendo, gritando con júbilo, postrandose, llorando, y tantas cosas más que la Palabra de Dios nos enseña.

Sin adoración privada, la pública carece de sinceridad. Sin adoración pública, la privada carece de intimidad.

Adoración es sacrificio, te animo y desafío: adorale como Él merece y espera ser adorado, y prepárate porque la gloria de Dios te sorprenderá!

Por Pr. Fabian Ojeda