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RECUPERANDO TU FILO

por Bani Muñoz

Si se apaga el corazón de los adoradores… ¿quién va a encender el corazón de la iglesia?

El centro de atención de los problemas no somos nosotros, pero sí somos parte de un programa estratégico, el de volver a encender  el corazón de la iglesia.

Es tiempo de recuperar el filo de tu hacha, el filo de la mirada que Dios te dio, es tiempo de volver a sacarle el filo y el jugo, de volver a podar algunas cosas y sumarte al propósito, que no es tuyo, pero es de Dios.

¿Y cuál es su propósito? En el cielo no van a haber prédicas, pero sí habrá  adoración, aunque eso tampoco es lo más importante. Lo más importante de una meta debería de ser que Cristo esté presente, que la gente tenga un encuentro que transforme sus vidas a través de una revelación, pero no una revelación que puedo cantar o predicar, sino la revelación de Jesús, que es vida, testimonio, es garantía. Y si tú sabes pararte como una garantía de que Dios fue real en pandemia, la gente va a decir: “eso es lo que yo quiero” porque la gente está tirando la toalla.

Lo que yo más disfruto es poder crear ambientes, donde su presencia sane, restaure, salve, y haga lo que yo no puedo hacer, lo que el pastor o la banda no puede, porque solo Dios lo puede hacer.

Somos parte de un cuerpo, y hoy el cuerpo está muy golpeado. Muchos pastores desanimados, líderes muy cansados que han tirado la toalla,  músicos que se han ido de la iglesia.

Y, por fuera muchos parece que estamos bien, pero por dentro muchos de nosotros hemos sido quebrados.

Charles Spurgeon, un tremendo teólogo,  dijo una frase que me ha marcado la vida: “Amo las olas que me estrellan a la roca de salvación”, en los problemas he encontrado que mi corazón quebrado ha vuelto a adorar de verdad, en la soledad, en la angustia, es donde he encontrado que es ahí donde Dios quiere estar, porque es cuando no soy nada y él puede ser todo. Cuando no tengo un piano, no tengo micrófono, ni ministerio y mi vida depende de un hilo, llamado Jesús.

La verdadera adoración no es cuando fluye la cosa un domingo y parecemos ungidos, porque a veces no venimos ungidos ni preparados,  pero su presencia está y nos usa, porque él es fiel a su palabra y él va a hacer lo que dijo que iba a hacer en su palabra, con la gente que tiene hambre de él, a pesar de nosotros.

La esencia de la adoración

En cada momento en que tú estás disponible y hay disposición en tu corazón, Dios va a hacer algo.  No hay tormenta que Dios no vaya a calmar, no hay desierto que Dios no vaya a visitar, no hay lugar tan terrible donde Dios no pueda llegar. Dios llega con el contrito de corazón, con el humilde de espíritu y esa es una de las cosas que en la adoración no podemos abandonar,  ni olvidar uno de los principios más grandes de la adoración que no es las canciones lentas, lo que me hace llorar, temblar o hacer caer a las personas. Porque a veces pensamos que adoración solo es la lentitud de las canciones o alabanza son las canciones rápidas y mal interpretamos que la emoción muchas veces es más fuerte que la dirección que Dios quiere traer.

Los autos, de tanto uso van a necesitar nuevos cauchos, nuevas llantas y cuando no están alineadas las llantas o cuando están desinfladas o muy gastadas corren peligro. Cuando la lubricación no es la correcta, el motor corre peligro, cuando se desgastan los frenos el auto corre peligro, los aviones necesitan mantenimiento seguido que le permita volver a volar, porque algo que no esté bien puede ser fatal.

Y las espadas en una guerra de tanto usarse en algún momento dejan de tener filo, y tú eres una flecha en la aljaba de Dios, tú eres una espada en las manos del Señor para este tiempo, y muchos de tanto trabajar y servir no nos hemos dado cuenta que venimos ya cansados, cargados ya no es la misma pasión, actitud, compromiso, ni la misma relación con Dios que al principio.

 

Si el hacha pierde su filo, y no se vuelve a afilar, hay que golpear con más fuerza. El éxito radica en la acción sabia y bien ejecutada. Eclesiastés 10:10

Si fueren destruidos los fundamentos, ¿Qué ha de hacer el justo? Salmo 11:3

Este versículo es algo que Dios me habló muchísimo en este tiempo de pandemia.

Porque la pandemia vino a probar, no solamente que tanto podíamos tocar, sino que tanto podíamos permanecer. Vino a probar no solamente que tan lindo estaba tu equipo de alabanza  o que tan bien sonaba la secuencia, sino que tanto podías adorar cuando no había adoración pública.

La pandemia vino a sacar trapitos sucios al sol de problemas que no creíamos que estaban o habíamos descuidado por un lado, porque fundamentos fueron quebrados y retados. No te hizo subsistir la pandemia porque eres músico o muy lindo para tocar.

Los fundamentos

Las circunstancias, las pruebas, las dificultades, a veces nos hacen dudar de Dios. El talento, el don y la unción son importantes, pero el fundamento es más importante,  es decir,  la gracia de Dios en tu vida es algo maravilloso, pero el don no es todo en la vida, porque hoy tocas y mañana no estás, hoy tienes manos y mañana puede que ya no las tengas, pero el fundamento se mantiene sólido y firme.

Satanás vino para hurtar, matar y destruir y si ministramos cada domingo en automático, tenemos que tener cuidado, porque Dios está pasando filo y cuentas para muchos que están tratando con su iglesia.

Lo que quiero hacer con esto es crear  responsabilidad de que lo que portas en tus manos es muy importante, lo que portas a través de tu vida es muy importante, pero lo que portas a través de tu espíritu, es más importante aún.

Mi amigo Julio Melgar, me dijo una de las frases que más me ha marcado en la vida: “Hablamos de lo que sabemos, pero impartimos lo que poseemos”. Todo lo que sabes, has estudiado y hablas es fácil, pero ministrar porque realmente has pasado un tsunami de pruebas y has podido permanecer firme, es otra cosa.

Ahora entiendo lo que es levantar un cántico nuevo, cántico nuevo es aquel que nace en medio de la angustia, el que nace en medio de la desesperanza con esperanza, en medio de la guerra con paz, cántico nuevo nace de un corazón que mantiene el hacha afilada.

Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos. Oseas 4:6

Cuando dejamos de conocer a Dios, dejamos de ser reconocidos en el cielo. Tú tienes que saber que cuando estás en la presencia de Dios tu casa está guardada, segura y protegida, pero cuando sacamos a Dios de la ecuación del evangelio, de lo que es la esencia de la adoración  y  la estrategia de la evangelización mundial, el no conocer a Dios es ser automáticamente desconocidos en el cielo.

Se necesita más fuerza en un hacha no afilada. Y la adoración nace de un corazón que sigue siendo procesado por Dios, no nace de una buena intención o una condición económica o emocional, nace de un corazón que tiene revelación de quien es Dios, y Dios  a veces se revela a nosotros en los momentos más duros de la vida.

 

¿Qué es lo que hace que perdamos el filo? 

  1. El pecado. Nadie es perfecto y todos estamos expuestos a fallarle a Dios. Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. 1 Corintios 10:12.

El pecado es parte de la naturaleza humana y ministrar y pecar es peligroso, no es lo correcto y no se debería, pero estar en ese juego peligroso puede dañar no solo tu relación con Dios, sino dañar a personas, y eso desafila tu hacha.

 

  1. El orgullo. El orgullo de “soy bueno” o “qué bien toqué” o la falsa humildad que es igual a un orgullo subjetivo de entre líneas jactarse, una condición del corazón que solo Dios conoce. Cada vez que te sientas muy bueno, mejor evalúa tu corazón, porque si Dios te quita, hay una nueva generación levantándose, más gruesa, comprometida y talentosa.  Mientras tienes un lugar, más vale que aproveches tu oportunidad. Cuidado con el orgullo porque eso puede destruir el corazón.

 

  1. Falta de intimidad. Uno cae en el juego peligroso del ministerio que es más importante que tu relación, y mucho de lo que yo pensaba que estaba bien no era suficiente, y llegué a pensar que mi ministerio era mi relación con Dios, y llegaba a mi casa y empezaban los problemas. Pensé que servir a Dios era igual a tener una relación con él. Servir a Dios es un privilegio, como resultado de haber buscado a Dios y que el dé la oportunidad de darle gloria y honra a través de tu don, pero la intimidad es lo único que te va a sostener en medio de los problemas.

 

 

Todo el mundo quiere tu canción linda, pero no todos saben tu proceso, y el proceso solo se vive en la intimidad. Cuando no renuevas tu filo y no te vuelves a llenar de su presencia, la fuente se seca. El don te traiciona y tus propias fuerzas te mantienen como un hueso seco, y solo el espíritu vivifica.

Nunca le truenes los dedos a quien te sostiene con sus manos, porque él está procesando tu vida para gloria de su nombre y para mejoría de tu existencia.

 

 

  1. El desconocer a Jesús. Lo que te hace reconocer a Dios es su poder, su palabra es su presencia. El conocimiento es importante, pero solo el poder de Dios, que es tan real y único, nos hace volver a la vida.

Para volver a afilar tu hacha y levantarte como el guerrero que dejaste de ser por cansancio, por problemas, pecado u orgullo, necesitas volver a la fuente.

 

Lo que le da vida a los huesos, lo que afila el hacha, es volver a su presencia, volver a su palabra. Dios quiere usar un equipo que conozca su corazón, la gente necesita conocer a Dios.

Y, por último, para volver a afilar tu hacha debes volver a ver al maestro y escuchar la voz del espíritu santo, porque Dios le habla a quien pone atención.

Vuelve a la cruz donde todo comenzó, vuelve a creer, Dios va a pelear tus batallas. Debes mantener tu lugar en su presencia, vuelve a ser un instrumento de paz, vuelve a ser honesto, vuelve a ser vulnerable, vuelve a ser responsable con el don que Dios te dio. Vuelve a revisar tus errores y aprender de ellos.

 

Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma. Hebreos 10:39