
VIVAMOS EN SANTIDAD

Pr. Fabián Ojeda
Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.
Hebreos 12:14
El camino derecho que necesitamos transitar es el de la santidad. Servimos al Señor en un lugar maravilloso que es el altar, y no hablamos solo del altar en la iglesia, hablamos de tu casa. Sos alguien que Dios escogió para servirle, Dios usa tu vida para grandes cosas, e incluso no podés dimensionar o imaginar lo que Dios hace a través de tu vida.
Una persona que decide no vivir en santidad, a la larga no verá a Dios. La salvación puede echarse a perder, no es algo que ocurre instantáneamente, Dios siempre va a seguir peleando para atraernos con cuerdas de amor, pero cada uno toma la decisión de lo que va a hacer.
Mucha gente piensa que ya no puede vivir en santidad, porque ya no le escucha, no le siente o no le ve a Dios, pero la verdad es que vos y yo no podemos ser santos por nuestra fuerza, es por eso, que la Palabra dice que nos volvamos a él, que estemos a cuentas con él y nuestro caminar es un caminar de santificación.
Los pies se ensucian todos los días
Cuando Jesús dijo que iba lavar los pies a sus discípulos, y Pedro le dijo que no se lo lave, Jesús le dijo “no puedo tener parte contigo si no te los lavo” y es que, sin santidad nadie verá a Dios… Si Jesús no se los lavaba, no podía estar con él, no podía verle. Y Pedro entonces le dijo lavame el cuerpo completo entonces, a lo que Jesús respondió, ustedes ya están limpios por la palabra que yo les hablé, pero necesito lavarles los pies. Los pies se ensucian todos los días.
La sangre de Cristo ya nos limpió de una vez y para siempre, pero necesitamos lavarnos todos los días y vivir en santidad, y cuando estamos a cuentas con Dios, podemos verle en nuestro día a día. Dios quiere usarte, pero a veces vivimos una religiosidad y nuestra santidad solo se vuelve “algo” ante los ojos de la gente y solo cuidamos la apariencia de santidad, más que la santidad. Cuando solo cuidamos la apariencia, podemos levantar las manos, tener un rostro de piedad, pero no vamos a caminar en los caminos de Dios, y es ahí donde mucha gente dice: “es muy difícil seguirle a Dios, mejor me alejo”. Y, tal vez mucha gente haya tirado la toalla, sobre todo en esta pandemia y no peleó por esa santidad. Es un ida y vuelta, a veces decimos: “estoy enfermo y no me quiero ir al hospital”, esto no tiene sentido, a veces también pasa que no estamos bien y no queremos acercarnos al Señor, y la única manera de estar bien es estando en la presencia del Señor.
Diles, pues: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Volveos a mí, dice Jehová de los ejércitos, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. Zacarías 1:3
Esta invitación es poderosa. El Señor te invita a que te vuelvas a él, podes decir no le siento a Dios, no le estoy viendo en lo que está pasando, y mientras no arregles cuentas con él no le vas a poder ver en tu día a día, porque sin santidad nadie puede ver a Dios.
Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados; Hebreos 12:15
Cuando dejas de ver a Dios, comienzan a salir malezas (yuyos) en tu vida y comenzás a contaminarte y contaminar a otros. Es un tiempo para empezar a sacudirnos y ponernos a cuentas con Dios.
Vivir lleno de su presencia es un regalo de Dios, dice en su palabra que él ya nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares espirituales, y la bendición espiritual es la que no añade tristeza, y que hace que todas las demás cosas sean añadidas. Vivir en la gracia de Dios es algo que produce tanta alegría.
David era un hombre conforme al corazón de Dios, pero siendo todo lo que era pecó, se acostó con la esposa de su siervo, la embarazó y mató a Urías. Dios lo castigó, David se quebrantó, lloró, rasgó sus vestiduras, se arrepintió y de ello surgió el Salmo 51.
Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí. Salmo 51:3
Dios nos llama a la santidad, y lo primero que debes hacer es reconocer tu pecado, ir al lugar secreto donde Dios te hará entender las cosas, quebrar tu corazón delante de él y que seas sincero.
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, Y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, Y espíritu noble me sustente. Salmo 51:10-11
Pedile hoy a Dios que cree en vos un nuevo corazón, y la clave para vivir una vida de santidad es valorar lo que Dios hizo para traerte a su corazón, darle el valor a la sangre de Cristo. Que tu único anhelo sea agradarle.
No sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas. Hebreos 12:16-17
Esaú buscó con lágrimas la bendición de Dios, y hay gente de busca con lágrimas poder tocar, cantar, pero por un plato de “placer momentáneo” o cualquier cosa que los aleje de Dios, pierden su posición.
Te animo a que le des el valor y que no menosprecies donde Dios te puso. La santidad es un proceso, una batalla. No es estar de brazos cruzados, debemos pelear por nuestra santidad.
Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos. 1 Juan 5:3